Jesús desea profundamente tener una relación personal y diaria con cada uno de nosotros, para transmitirnos el amor del Padre, para que podamos vivir en su paz y gracia para siempre. Pero todos los pequeños, y no tan pequeños actos que cometemos en su contra nos alejan de él y socavan la relación que tenemos con el Señor. Jesús desea reparar nuestra relación con él, pero necesita que nosotros lo “aceptemos”.